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(*) Encuentro Internacional de Educadores. Asociación de Educadores de Latinoamérica y el Caribe. 12 de mayo 1991, Caripe del Guácharo, Estado Monagas. Venezuela
(*) Encuentro Internacional de Educadores. Asociación de Educadores de Latinoamérica y el Caribe. 12 de mayo 1991, Caripe del Guácharo, Estado Monagas. Venezuela
Maestro Luis Mariano Rivera
Compañeros delegados internacionales
Educadores Venezolanos
Permítanme
en esta mañana mantener una fluída conversación con ustedes, expresarles una
angustia, ejercitar la imaginación, exorcizar mis demonios interiores, con el
objetivo de plantearles problemas para la reflexión, la discusión. En verdad
son mis problemas. Es mi deseo y pido excusas por ello, si las palabras se
atropellan y salgan en busca de libertad para después regresar con mayor fuerza
semiótica y al compás del son que indudablemente le imprimirán ustedes.
En
primer lugar es necesario preguntarnos si el estudio de la educación y la
construcción del objeto educación, pertenecen de suyo, al campo y la pedagogía
o de las Ciencias de la Educación. Para muchos epistemólogos la educación –ese
conjunto complejo y variable es el objeto “real” de la Pedagogía; para otros
constituye el campo epistémico de las Ciencias de la Educación, con sus
expresiones disciplinares: Historia de la Educación, Sociología de la
Educación, Psicología de la Educación, Economía de la Educación y Antropología
de la Educación. A su lado una estructura más que disciplinar, metacientífica:
La Filosofía de la Educación. Es en este vórtice cuando la Pedagogía se
transforma, se transparenta en Metaciencia, en “Metapedagogía”, cuando intenta
reflexionar sobre ella misma; es decir cuando esa nueva avis raris que son los
epistemólogos educativos intentan proponer una especie de construcción
discursiva, un paradigma sobre ella misma. Yo humildemente desde acá, desde
Caripe del Guácharo –y esto es en el real maravilloso carpenteriano- me atrevo
a decir que en los actuales momentos no existe una Pedagogía construida como
ciencia; acepto que puede encontrarse en vías de constitución. Además
permítanme decirles un secreto: no me produce ningún estado depresivo el saber
que los objetos sobre los cuales trabajo, las metódicas construídas y los
resultados obtenidos no pertenecen a la esfera científica. Recuerdo que
Savater afirmaba que la Ciencia se había constituido en una nueva religión; con
sus iglesias, sus dogmas y sacerdotes. Estos últimos administraban los dogmas
con un apego felino y no son otros que los epistemólogos. Ellos nos dicen
–imagínense Uds., en el hoy contradictorio- que cosa es ciencia y que no es,
que es verdad y que es mentira, falsedad. Bien, se encuentran como para
gritarles esa cariñosa expresión que recorre el Caribe “ráyate y tírate al
guinde”.
Uno
de los graves problemas que enfrentamos los educadores sumados a los del
hambre, la miseria, la persecución y la incomprensión lo constituye la forma
de abordaje del problema educacional. La metódica dominante describe al
fenómeno educativo como un objeto autónomo de la totalidad social, con
características y leyes propias, muchas de ellas derivadas de la bifontalidad
disciplinar y donde se produce una marcada dominancia en la relación de algunas
de las disciplinas. En esta forma y en la actualidad existe un sesgo al dominar
la versión psicologista; el problema educacional se reduce al área del
aprendizaje, de la enseñanza o del binomio construido enseñanza, aprendizaje. A
partir de acá se hace determinante el estudio de factores intervinientes en la
acción de enseñar: el educador y el aprendiz. Dominará el estudio de los
métodos de enseñanza (la didáctica) y las teorías del aprendizaje. Todo ello en
una sociedad inmutable, de superficie plana, no conflictiva.
De
allí la universalización y cosificación de los métodos de enseñanza, de allí el
traslado indiscriminado, acrítico, de tecnologías educacionales. Si en los
países centrales, el producto de su desarrollo investigativo y de sus métodos o
modelos cosificados hacían del quehacer experimentalista un paradigma, nosotros
lo asumíamos y lo hacíamos extensivo al campo de la investigación social en
general y al educativo en particular. Transitamos en el submundo del análisis
bifactorial, en el estudio de un fenómeno tan complejo y tan variable como lo
es el educacional a través del prisma aséptico de la unidireccionalidad
interna. Asepsiamos a la educación nada menos que de su esfera contaminante por
excelencia: lo social.
Creemos
por lo contrario, que la educación es la resultante de un complejo de
condicionantes que caracterizan a la totalidad social, condicionantes que
varían de intensidad en la diversidad de formaciones sociales y que son
elementos indispensables a estudiar para reconstruir –si se quiere
parcialmente- los rasgos fotográficos del complejo educativo. Por otra parte
estos condicionantes incluyen variables temporales, espaciales, que de golpe
lo subsumen en un plano de marcadas relaciones internacionales. Nos atrevemos
en este punto proponer un marco analítico de análisis que comprende:
a) El marco internacional en el cual se desarrollan
las concepciones sobre educación;
b) Las características espacio-temporales de América
Latina y del Caribe, en el momento que surgen y se desarrollan las teorías y
metódicas explicativas de lo educacional; y
c) La historia intelectual, para en esta forma
diferenciar la ideología que sobre educación domina en países europeos y anglosajones
y las manejadas en la actualidad por diversos sectores en la región
latinoamericana y caribeña.
Es
decir, está llegando la hora de la destrucción paradigmática europea y
norteamericana; viene una conga arrollando desde América Latina y el Caribe
buscando inserción en el pensamiento universal; una nueva cosmovisión
educativa, como en años atrás en la literatura surgió una narrativa y una
temática que asombran todavía a los fieles seguidores de Proust y Faulkner. Si
el mundo actual se encuentra conmocionado y es seguro que se conmocionará aún
más, no dudemos que América Latina producirá elementos importantes a esa
conmoción.
Bien,
regresemos a lo nuestro. Existe una disciplina: la Historia de la Educación;
sin embargo no es Historia de la Educación sino Historia de la Educación en
Europa y en algunos pasajes, la historia de la Educación de los Estados Unidos
de Norteamérica. Existe una Historia Comparada de la Educación en México del
maestro Larroyo, muy fraccionadas –me perdonas Isaías Orozco, extraordinario
amigo y delegado de México- una historia con demasiados cortes demasiados
vacíos y donde de golpe pareciera desaparecer el hombre. Existen otras
historias fraccionadas en algunas áreas del continente. No hemos construido una
Historia de la Educación Latinoamericana y Caribeña. Esto constituye una
aberración. La construcción de una Historia de la Educación en América Latina y
el Caribe, la revelación de sus métodos y sus experiencias, tiene que ser una
historia razonada y no simple historia cuantitativa o fáctica. En este sentido
nuestro análisis va dirigido a proponer interpretaciones específicas que
articulen la historia del cambio social como factor determinante en la
construcción de esa historia.
En
nuestro caso, entendemos a la educación como una unidad heterogénea –para
efectos de su análisis-, con altibajos sobresalientes en sus partes
constitutivas pero que en su conjunto, permite un análisis global. Por ello es
indispensable partir de los procesos de transformación social propuestos en el
continente y de los mecanismos de descolonización a nivel planetario,
específicamente en Asia y África.
¿Qué
ha pasado con la Psicología de la Educación Latinoamericana y Caribeña? ¿Qué
somos nosotros, los latinoamericanos? El Latinoamericano y el caribeño
presentan formas de ser contradictorias, no existiendo posibilidad a simple
vista unificantes –el hombre que mastica su angustia en los altos bolivianos
con el risueño y escandaloso caribeño- y sin embargo la angustia y el
sufrimiento es el mismo. La unidad se localiza entonces en la heterogeneidad
cultural por la vía de la unicidad de los problemas que los atormentan.
Nosotros representamos expresiones corporales diferentes, nuestro paisaje es
diferente. Cuando a un europeo se le menciona un río, imposible que se imagine
al Orinoco o al Amazonas. Si Usted le habla de la lluvia, no entenderá estos
aguaceros que al decir de García Márquez duran cien días y cien noches. El
Latinoamericano en esa especie de acción hipostática, sincero y heroico,
desalentador y a veces cínico, construye un mundo de imágenes cuya resultante
no puede ser captada, entendida, explicada por una metáfora y lo que es más
importante comprendida con un instrumental psicológico elaborado para entender
las realidades nórdicas y el comportamiento sexual de los esquimales.
En
América Latina y en el Caribe, la educación se desarrolló en un marco de
permanente subversión. En este sentido es procedente la referencia a Albert
Camus en L´Homme Revolté cuando señalaba que el rebelde es un hombre que dice
no, pero que no renuncia a su mundo y le dice sí, por cuanto en ello ve el
sentido de la conciencia de lucha. Dentro de ese estado de subversión
justificada como expresara nuestro amigo Julio Barreiro, podrán entenderse
conceptos sociológicos relacionados como cambio marginal, cambio significativo,
antiélite, guerrilla. Estos elementos tratan de representar a su vez,
elementos de una sociedad parcial que se transforman en el seno de otra que
persiste en la tradición, son una especie de contra-sociedad. Así, la subversión
se descubre como una estrategia mayor y un proceso de cambio social y
económico visto toda en su amplitud, y no sólo como una categoría para analizar
la conducta divergente o los productos marginales producidos por la
industrialización. La subversión se define como aquella condición o situación
que refleja las incongruencias internas de un orden social descubiertas por
miembros de ésta en un periodo histórico determinado, a la luz de nuevas metas,
de nuevas utopías que una sociedad quiere alcanzar.
A
esta situación es a la cual que me refiero para decir que es en el interior de
esta realidad contradictoria, donde se construye esa Sociología Latinoamericana
y Caribeña de la Educación. No sobre la base de la simple traslación de
paradigmas que solo hablan de categorías funcionales y disfuncionales y que
plantean modelos de equilibrio de la sociedad. Al interior de esta
interpretación los educadores parecieran tener las siguientes funciones que se
suman a las de ser simples enseñantes:
1.-Iniciar la creación y difusión de nuevos valores y
alternativas dentro del orden social establecido y
2.- Construir grupos de referencia para otras
colectividades en la búsqueda de nuevas formas organizativas e igualitarias de
la sociedad.
Una
Sociología Latinoamericana de la Educación encontrará elementos importantes al
analizar el pensamiento difundido en los movimientos sociales que han
convulsionado la historia de Latinoamérica y del Caribe. Quizás donde hemos
avanzado más es en la construcción de una Sociología Latinoamericana y nos
encontramos rezagados en la elaboración de la Sociología de la Educación
Latinoamericana.
Otro
rasgo importante es la negación de la Filosofía Latinoamericana o de las
Filosofías Latinoamericanas. Si hemos aceptado la presencia de rasgos
definitorios en lo interno de construir una Sociología Latinoamericana, es
indudable la presencia de una Filosofía Latinoamericana que va desde aquel
primer momento de carácter óntico, al ontológico para transparentar
posteriormente en una especie de meta-física de la liberación. Negar la
Filosofía Latinoamericana es como negar a América Latina en su conjunto. Los
esfuerzo de Leopoldo Zea, de Augusto Sebastian Bondy, quedarán para solo ser
admirados en una caja de un extraviado taxidermista. Se encuentra además un
esfuerzo por construir una Filosofía de la Educación Latinoamericana.
Esfuerzos continentales existen, nuestro querido maestro Paulo Freire vive para
contarlo. Allí está su obra, no hagamos de ella cenizas como a diario no los exigen
los centros de dominación al lado de sus recetas monetaristas. No creo que
ninguno de los reunidos en este auditorium en esta mañana del oriente
venezolano nos acerquemos a Brasil para en la modesta vivienda allá en Sao
Paulo decirle a Freire, “Mira panita, te queremos mucho pero eso que haces no
es Filosofía Latinoamericana, así que chao.” En ningún momento no puede
funcionar en nosotros el síndrome de la neocolonización. Existe en América
Latina y en el Caribe un pensamiento original que presenta rasgos importantes
para la construcción de una Filosofía de la Educación.
Frente
a la posibilidad cierta de la construcción de una Filosofía de la Educación
Latinoamericana y Caribeña el regreso al inicio de mi conversación se hace
indispensable. Es ahora posible imaginar en el mundo de los sueños, la
construcción de una Historia, de una Sociología, de una Psicología, de una
Antropología de la Educación para estas latitudes. La Historia de la Educación
de América Latina y del Caribe será el producto de innumerables historias
particulares, locales, microhistorias de cada una de nuestras regiones. La
inserción de los psicólogos educativos en ese mundo contradictorio de
violencia, miserias y heroicidad, permitirá construir nuevos parámetros para la
interpretación de lo que en verdad somos, porque lo que no podemos aceptar es
nuestra no existencia real. Negación que se expresa en la no existencia de
cátedras para el estudio de la Historia de la Educación Latinoamérica y del
Caribe, en escuelas normales y en instituciones de Educación Superior
dirigidas a la formación de educadores. Y miren Uds., que han existido hombres
y mujeres en todo este continente que han ido construyendo un pensamiento
pedagógico diferente pero ignorado, un pensamiento latinoamericano que es
indispensable en esta hora rescatar. En Venezuela tenemos el caso del gran
ignorado del siglo XIX, Simón Rodríguez que una vez y para siempre alertó:
“Cuidado, no sea que por la manía de imitar servilmente a las naciones cultas,
venga la América a hacer el papel de vieja en su infancia.”
Compañeros
de viaje, es la hora de concederles la palabra al maestro Isaías Orozco de
México y a Rudolph Kelly de Aruba, entrañables amigos, ambos fundadores de la
Asociación de Educadores de Latinoamérica y del Caribe y en la actualidad
Vicepresidentes de la Institución en sus respectivos países.
Concluiré
esta improvisada conversación con dos reflexiones más.
Los
problemas de la educación en nuestros países no podrán resolverse en el simple
marco del saber académico. Me permito proponer un encuentro más dinámico, más
activo entre el saber académico y el saber popular, ambos son el producto de la
aplicación de modos específicos de producción de conocimientos; es decir, cada
uno de ellos representa formas diferentes de racionalidad. El saber académico
no se construye como piensan muchos sobre la base de la destrucción del saber
popular. Ambos se complementan y sobreviven en un entramado de relaciones
características de la heterogeneidad estructural y cultural. En este sentido
se hace indispensable, me atrevo a llamarla, una educación intercultural.
Resulta
que muchos de nosotros nos encontramos todavía permeados por aquellas
ideologías post Revolución Industrial y emanada de la vertiente positivista
decimonónica según la cual, el verdadero saber es aquel que produce la ciencia
y la validación de esa ciencia no se calcula en relación al tipo de
conocimiento producido, sino en función de la metodología de investigación
aplicada.
América
Latina y el Caribe necesitan de ambos conocimientos, de ambas racionalidades.
Para nosotros es tan válido y necesario el conocimiento derivado de las
investigaciones en el terreno de la Biotecnología que tan exitosamente realizan
nuestros hermanos cubanos, como el conocimiento de nuestros hermanos waraos
que leen el destino en las aguas de los ríos. El desarrollo armónico de
nuestros países sólo se logrará en una especie de combinatoria nodal entre
diferentes formas tecnológicas, jugando un papel de primera importancia las
tecnologías intermediarias, las tecnologías blandas. En la Educación, el
encuentro exitoso de estos saberes se sintetiza a mi entender en la Educación
Popular. No en la clásica conceptualización de Educación Popular como
extensión del servicio educacional, sino en ésta, nuestra Educación Popular
dirigida a movilizar, a concientizar a la población en la búsqueda de formas
organizacionales más solidarias. Educación Popular como un instrumento de
búsqueda del conocimiento que se expresa en la Investigación Acción Participación.
Permítanme en treinta segundos realizar una acotación: existen investigadores
en América Latina que están difundiendo la idea de que este tipo de
investigación tiene hundidas sus raíces en concepciones anglosajonas. Hasta los
tuétanos de los huesos ha permeado el estado de neocolonización. Educación
Popular, acción dialógica, investigación acción participación, constituyen
aportes de América Latina y el Caribe al mundo planetario de las ideas. ¡Por
Dios, no minimicemos aún más nuestro accionar diario! ¡Vamos a sentirnos
orgullosos de nuestro pasado y presente de violencias y traiciones, pero
también de acciones heroicas y de construcción de un pensamiento original!
¿No
basta acaso el estado de minusvalía racial e intelectual a la cual nos someten
los países dominantes, dueños casi absolutos del capital y del desarrollo
tecnológico? ¿También nosotros vamos a seguir rayándonos?
Resulta
entonces, que el encuentro de los saberes, la Educación Popular, la Cultura
Popular, las metódicas investigativas participativas constituyen elementos
importantes para la construcción de la nueva utopía.
Por
último voy a referirme a un aspecto que golpea a diario nuestra puerta. En
este tiempo histórico que nos corresponde vivir se están produciendo dos
fenómenos que, teniendo núcleos generatrices diferentes, los medios de
comunicación y los sectores dominantes de nuestras sociedades los han
relacionado, conjugado diabólicamente. El primero de ellos se encuentra
referido al desmantelamiento del mundo socialista en Europa Oriental. Este
fenómeno se presenta a escala planetaria como el final de las utopías
socialistas, como el inevitable regreso al origen de un modelo de dominación
que tendría su epicentro en la Revolución Industrial y posteriormente en la
Revolución Francesa. Yo observo con gran pesimismo el futuro de la Unión
Soviética, incluso de su existencia como unión de nacionalidades. Permítanme un
chiste negro de tinte futurista: nada de raro tendría que dentro de pocos meses
ocupen el trono los descendientes de Zar Nicolás y Lenin sea expulsado
definitivamente del paraíso terrenal. Todo es posible. Sin embargo esto no
significa el final de las utopías; yo creo hermanos, que más temprano que tarde
se levantarán con más fuerzas las utopías libertarias porque, como dice el
proverbio africano “por más larga que sea la noche, siempre amanece”.
En
nuestros países por otra parte, se plantea un reacomodo del modelo económico en
la búsqueda de la nueva y tan vieja panacea: el neoliberalismo y la economía
de mercado. El principio fundamental de la democracia igualitaria,
suministradora de servicios, salud y educación queda trastocada. Ahora resulta
que salud, servicios públicos constituyen simples mercancías. Tienen valor de
cambio no de uso; en consecuencia, tenemos que privatizarlo todo. Hasta
nuestros sueños si es posible. En términos sencillos: muerta la utopía
socialista según el imperio, de ahora en adelante, absolutamente todos a bailar
el mismo ritmo unificante y salvador. No. En América Latina y el Caribe, en África
y todos aquellos espacios habitados por los condenados de la tierra, se
levantará la nueva utopía.
Compañeros
educadores, pertenecemos a un modelo donde el 70% de nuestros niños no se
encuentran escolarizados. Del total de la población mundial, el 90% de los
adultos analfabetos viven en este mundo de los desheredados como fue denunciado
en la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos, realizada en Bangkok,
Tailandia. La crisis económica que caracteriza a nuestras naciones determina
que un alto porcentaje de nuestros niños asistan a la escuela debilitados por
el hambre, la desnutrición, las enfermedades endémicas no diagnosticadas o
tratadas. Los países ricos por el contrario tienen de todo y de sobra como
apuntara el compañero de ruta y utopías, Tomás Borge: “tiene de todo incluida
la soledad y la siesta demográfica más larga de la historia”.
Entonces,
educadores todos, acá nos encontramos, en el continente donde puede suceder
cualquier cosa, entre pájaros y tigres, construyendo la única y posible utopía
que significa vivir dignamente, solidariamente, intercambiando nuestros
conocimientos, no permitiendo interferencia que produzcan fracturas
comunicacionales entre nuestros pueblos, pueblos de Latinoamérica y el Caribe
que sólo aspiramos, como lo gritara hace años, muchos años, el venezolano
Andrés Eloy Blanco: “a tener un pan del tamaño de nuestra hambre”. Esta y no
otra es la aspiración de la asociación de Educadores de Latinoamérica y del
Caribe, ésta y no otra es la aspiración de los acá reunidos, ¿No es verdad Luis
Mariano? ¿No es cierto Perucho Aguirre?
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